Por una educación a favor de las mujeres y las niñas

 

LA PREVENCIÓN DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO,

UN ABORDAJE DESDE UN EFOQUE  EDUCATIVO

 

Isabel Zerpa

Directora del Centro de Estudios de la Mujer

CEM UCV

 

La Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar  la  violencia  contra  la  mujer, Convención de  Belem Do Pará (1994) señala  en su preámbulo que la violencia contra las mujeres constituye una  violación de los  derechos humanos  y de sus  libertades  fundamentales y además limita a las mujeres, el reconocimiento, goce y ejercicio de tales y derechos  y libertades.

 

Poco podemos  avanzar  para prevenir  y erradicar este flagelo de la sociedad, si no partimos  de algunas premisas  fundamentales: en primer lugar,  debemos  considerar que la violencia hacia las mujeres y las niñas constituye un problema  social y de salud pública, que no podemos extraer como una pieza aparte  de este gran rompecabezas que  es la realidad; una realidad que  requiere una  lectura de amplio espectro y debe ser realizada con lentes de género, considerando este último como una categoría analítica que cruza transversalmente toda la estructura social y puede ser aplicada a todas las áreas del desarrollo. La diferencia sexual y su construcción social, permean todo el cuadro institucional y normativo de las sociedades modernas.

 

En segundo lugar, la  violencia  hacia  las mujeres y las niñas está profundamente emparentada con las formas  y  relaciones  de comunicación, que obviamente, son relaciones de poder. La violencia se expresa de distintas maneras y todas estas expresiones, como tales, son registros comunicacionales que bien vale  la pena  ser estudiados y analizados  en los diferentes ámbitos  socioculturales donde las mujeres y las niñas  son víctimas  de violencia de género. No debemos  perder de vista que  violencia  no es sólo golpes y que la violencia  hacia  la mujer  se alimenta  de las incidencias  de la cultura patriarcal y sexista, de la discriminación por  razones  de género, étnicas, religiosas, socioeconómicas. Todo ello se expresa tanto en el discurso, en la comunicación verbal, como en las formas no verbales  de la comunicación. Hay una violencia psicológica y una violencia simbólica que están presentes en el día a día, que se posicionan  en el mundo de las palabras y a las que le dedicamos muy poco tiempo, es ésta la que disminuye a las niñas, golpea  autoestima de mujeres, y va matando lentamente, sin una sola agresión física, terriblemente destructiva. NO OLVIDEMOS  QUE  SOMOS SERES DE PALABRAS Y LA CULTURA, TODO LO QUE SOMOS, NUESTRO SER LO CONSTITUYE EL LENGUAJE.

Preciso es recordar también que el derecho que  tienen las mujeres y las niñas, a una vida libre de violencia es un derecho humano y como tal debe ser estudiado y abordado en el ejercicio de la ciudadanía. Para ello es fundamental transversalizar el tema en la experiencia educativa en todos los niveles de la educación que también es un derecho humano. Esta  es la base primaria  de la prevención. Sin educación no podemos transformar ni avanzar en ningún espacio significativo en la vida de los  seres humanos, mucho menos, prevenir, enfrentar los conflictos y erradicar la violencia hacia las mujeres y las niñas y hay aspectos específicos  en la educación que nos mantienen preocupadas y con el alma en vilo. Por ello hemos pensado que, MIENTRAS...

MIENTREAS, LES  DIGO…

Mientras no tomemos conciencia de la necesidad urgente de sensibilizar en esta temática y formar a toda la ciudadanía, en especial a  a las maestras y a los maestros que son quienes forman a nuestros niños y niñas. Mientras se siga pensando en el entorno académico, que el lenguaje no sexista e inclusivo es sólo un capricho de las feministas y no se tenga conciencia  de la equidad de género y de la necesidad de visibilizar y empoderas a la niñas de hoy, las futuras gerentas y políticas del mañana.

Mientras mujeres y hombres se sigan riendo a carcajadas de  chistes machistas y homofóbicos y sigamos aprobando de la forma  más natural que los cuerpos de las mujeres son objetos vendibles, cosificados y encima de ello lo aprobemos en los medios de comunicación.

Mientras sigamos reforzando  la maternidad y el cuidado como espacios prioritarios para el desarrollo y realización de las mujeres, seguiremos reforzando el patriarcado y  mermando el empoderamiento y la participación de las mujeres y las niñas.

Mientras en Venezuela, sigamos manteniendo este deshonroso lugar, como uno de los países  con mayor porcentaje de embarazo adolescente en América Latina. Mientras el tema de la sexualidad, la salud sexual, los derechos sexuales y reproductivos, la diversidad sexual, el aborto, sigan siendo tratados como temas tabú o sencillamente, no sean abordados. Mientras las niñas enérgicas y voluntariosas y los niños sensibles sigan siendo estigmatizados. Mientras  se continúe naturalizando la violencia de género.

Mientras las mujeres más jóvenes se sigan preguntando el por qué de la insistencia de las feministas en la lucha por la causa de las mujeres, pensando que ya lo hemos logrado todo, “porque las cosas ya no son como antes” poco, muy poco, estamos y estaremos haciendo y demasiado lentos y escabrosos, seguirán siendo los caminos a recorrer.

Ya hace varias décadas (1985) afirmaba Inés Alberdi, catedrática de la Universidad Complutense de Madrid: la educación de la mujer es un tema del que  se habla  poco, se escribe poco y se investiga menos. Parece un problema que no existiera: no ha sido definido como problema social.  Muy a nuestro pesar, esta realidad no ha cambiado mucho. El tema de la educación de las mujeres y las niñas, es una asignatura pendiente en los ámbitos académicos y en el abordaje de las diferentes líneas de investigación que, con enfoque feminista, se desarrollan en las ciencias sociales, en las humanidades y en las ciencias de la educación en las diferentes universidades del mundo y esta asignatura pendiente, forma parte de las deudas de las  entidades educativas venezolanas.

Es cierto  que se han realizado esfuerzos importantes, pero echamos en falta, investigaciones  vinculadas con las mujeres y las niñas en el quehacer cotidiano de la experiencia educativa: investigaciones en las cuales se profundice en aspectos tan relevantes  como el desarrollo del  curriculum oficial y el curriculum oculto de género en las aulas de clase, la enseñanza de la literatura infantil y la reproducción del patriarcado, la cultura androcéntrica y los estereotipos de género presentes en la experiencia lúdica, en los juguetes y en los juegos de las niñas y los niños, de hoy, de ayer, de siempre.  Por supuesto, es urgente profundizar en las investigaciones sobre las temáticas desarrolladas en los medios de comunicación, más  allá del reflejo de las estadísticas  de los casos sobre violencia  de género. Es necesario abordar los contenidos y la re victimización de las mujeres y las niñas a la hora de dar la información  sobre situaciones  de violencia  de género, las cuales siguen siendo abordadas como sucesos… Es urgente abordar la prevención de la violencia de género, estudiar el manejo de los contenidos  y sobre todo, profundizar el ojo crítico frente a tanta publicidad  sexista.

Quizás lo que nos corresponde  es retomar estos caminos  para la reflexión de nuestras propias prácticas como educadores y educadoras. Probablemente, lo que nos toca es desaprender, hacer una relectura de nuestras propias experiencias y para ello, debemos asumir con seriedad lo que la mayoría de las veces, pasa desapercibido ante nuestros ojos. Y esto no es otra cosa que el patriarcado que se ha instalado en nuestra experiencia de vida, en nuestra historia, en nuestra mente, en nuestros huesos, en nuestra voz, en nuestro actuar, en las palabras que pronunciamos día a día y de esta realidad no escapamos,  ni mujeres, ni hombres,

Ya hace varias décadas (1985) afirmaba Inés Alberdi, catedrática de la Universidad Complutense de Madrid: la educación de la mujer es un tema del que  se habla  poco, se escribe poco y se investiga menos. Parece un problema que no existe : no ha sido definido como problema social.  Muy a nuestro pesar, esta realidad no ha cambiado mucho. El tema de la educación de las mujeres y las niñas, es una asignatura pendiente en los ámbitos académicos y en el abordaje de las diferentes líneas de investigación que, con enfoque feminista, se desarrollan en las ciencias sociales, en las humanidades y en las ciencias de la educación en las diferentes universidades del mundo y esta asignatura pendiente, forma parte de las deudas de las  entidades educativas venezolanas.

Es cierto  que se han realizado esfuerzos importantes para abordar temas relacionados con la historia y  la incorporación de las mujeres a la educación, la participación política de las mujeres, la economía y la feminización de la pobreza y se han desarrollado interesantes trabajos  sobre la formación y profesionalización de las mujeres, los aportes de las mujeres a la cultura y al mundo de las bellas artes, entre otras líneas de investigación. Pero todavía echamos en falta, investigaciones  vinculadas con las mujeres y las niñas en el quehacer cotidiano de la experiencia educativa, en el cual se profundice en aspectos tan relevantes  como el desarrollo del  curriculum oficial y el curriculum oculto de género en las aulas de clase, la enseñanza de la literatura infantil y la reproducción del patriarcado, la cultura androcéntrica y los estereotipos de género presentes en la experiencia lúdica, en los juguetes y en los juegos de las niñas y los niños, de hoy, de ayer, de siempre y por supuesto, es urgente profundizar en las investigaciones relacionadas con el tema y todo lo que se plantea y se promueve  a través  de los medios de comunicación, más  allá del reflejo de las estadísticas  de los casos sobre violencia  de género. Es necesario abordar los contenidos y la re victimización de las mujeres y las niñas a la hora de dar la información  sobre situaciones  de violencia  de género, las cuales siguen siendo abordadas como sucesos… Es urgente abordar la prevención de la violencia de género, desde el manejo de los medios  de comunicación, estudiar el manejo de los contenidos  y sobre todo, profundizar e ojo crítico frente a tanta publicidad  sexista.

Posiblemente, nos urge cuestionar lo aprendido, nos corresponde revisar lo que enseñamos y cómo lo enseñamos. Se trata entonces, de asumir la experiencia de la coeducación, de educar en relación,  para eliminar los estereotipos de género, de educar para el reconocimiento y la valoración de las diferencias, se trata de educar para la igualdad de oportunidades y la erradicación de la violencia basada en género, para el ejercicio de la equidad de género y de justicia social, para empoderar a las niñas y a las adolescentes de hoy,  para hacerlas tomar conciencia entre otros aspectos, de la importancia del ejercicio del derecho a la palabra.

Decía Simone de Beuvoir, en El Segundo Sexo (1949) que la mujer no nace, se convierte en tal y por supuesto que  no ocurre espontáneamente. Esta conversión está relacionada con las experiencias de vida, con una serie de prácticas educativas, con los aprendizajes, los descubrimientos a lo largo de la existencia de toda mujer, desde la niñez, en la familia, en el contexto escolar. Es pues en este sentido que deberíamos considerar y pensar la educación de las niñas y de las mujeres, tomando en cuenta esta temática como  prioritaria, preguntándonos qué aspiramos para ellas en los proceso educativos: ¿qué mujeres estamos formando al educar  a las niñas de  hoy? ¿Queremos seguir reproduciendo el patriarcado, o queremos mujeres libres, críticas, empoderadas,  independientes, dueñas de su propia existencia? ¿Realmente nos hemos hecho estas preguntas en  los espacios académicos y en otros espacios?…

En la medida que avanzamos  en este camino, e intentamos  llegar  a puerto seguro en el recorrido para profundizar la prevención de la violencia de género a través de la experiencia  educativa. En medio de las mareas intensas que vivimos actualmente  en Venezuela,  e intentando no naufragar en esta embarcación, escribimos un decálogo que  nos pueda permitir, anclar en principio, unas reflexiones necesarias para la creación de propuestas:

  1.  Eduquemos para la igualdad  de  derechos de las niñas y de las y los adolescentesde HOY y estaremos formando a las mujeres y hombres  del MAÑANA, Esto puede ayudarnos  a sentar algunas de las bases para la eliminación de la violencia  contra las mujeres.
  2. Generemos experiencias educativas, priorizando el respeto por las diferencias, fortaleciendo una sociedad más  sana y más justa, aportando acciones concretas en la vida cotidiana que  nos encaminen hacia eliminación de la  violencia  contra las mujeres.
  3. Incluyamos en los Planes  de Estudios de las Escuelas de Educación, asignaturas  obligatorias y electivas, concebidas con lentes  de género, procurando una mirada diferente del mundo y del ejercicio de la ciudadanía, transformando la educación, restándole oportunidades  a la cultura  androcéntrica y aportando experiencias  educativas  con miras  a la eliminación de la violencia  contra las mujeres.
  4. Tomemos conciencia de una vez por todas, de la importancia  de la coeducación,que  significa educar  para la igualdad  de derechos y deberes, para la equidad en las oportunidades y en  la participación. Tomando conciencia  de ello y ejerciéndolo, desde la educación inicial, hasta  la educación universitaria, también contribuiremos con la  eliminación de la violencia  contra las mujeres.
  5. Contribuyamos con la  educación formal e informal, para  incidir en el ejercicio cotidiano  de la eliminación de la violencia  contra  las mujeres. Esto significa el desarrollo de la ciudadanía, del respeto por las diferencias, la creación de alternativas creativas y acciones concretas para la prevención de la violencia por  razones  de género, la valoración de los  derechos humanos  de mujeres y hombres, así como una  actitud  crítica y proactiva al conocer cualquier situación de violencia  contra las niñas y las mujeres.
  6. Luchemos por la inclusióny la permanencia de las niñas y las adolescentes en el sistema escolar, por desarrollar  alternativas para un uso creativo y saludable  del tiempo libre, para una puesta en común de intereses, creación y fortalecimiento de los proyectos de vida de las y los  adolescentes y estaremos dando oportunidades  de desarrollo; probablemente así, bajaremos  las cifras  de embarazos de niñas y adolescentes y en consecuencia, estaremos contribuyendo con la  eliminación de la violencia  contra las mujeres
  7. Eduquemos para la promoción de  una  cultura  de la  paz, considerando la participación  de niñas, niños y adolescentes, fortaleciendo la inclusión social y visibilizando las acciones y los aportes de las mujeres; pero sin olvidar que además de tener derechos, también hay cumplir deberes. De esta forma, con seguridad, aportaremos acciones para la erradicación de la violencia, particularmente para eliminar la violencia por razones de género y construiremos la paz.
  8. Educar  y promover la cultura  de la paz, implica actuar conociendo la trascendencia  de los conflictos los mismos y trabajar  en su resolución, priorizando el tema  de la violencia de género. Es importante ir más allá de las palabras y desarrollar acciones concretas en este sentido, para transformar la realidad de las mujeres, las niñas y las adolescentes, sobre todo tomando en cuenta la existencia  de una violencia simbólica, la que más daño hace en los conflictos cotidianos, la que trasciende en el tiempo y en el espacio. Recordemos que  las violencias contra las mujeres,  no son solo golpes.
  9. Desarrollemos alternativas creativas, vinculadas con el reconocimiento de las mujeres, no sólo por parte de los hombres  y de todos los  sectores  de la sociedad, esto implica especialmente el reconocimiento de sí mismas y de otras mujeres, implica la puesta en común de nuestras subjetividades. Con esto, también contribuiremos con la erradicación de la violencia  hacia las mujeres y entre las mujeres,  fortaleciendo un mundo más equilibrado, sustentado en valores que promuevan el ejercicio de prácticas para la construcción de la cultura de la paz.
  10. Educar para la convivencia y para mejorar el mundo en el que vivimos, significa además, que las mujeres podamos crear espacios  entre  nosotras  mismas,  para la re silencia, para la reflexión en torno a nuestra participación, el ejercicio del poder y la puesta en  práctica de un verdadero espacio para la SORORIDAD. Con ello, nosotras también contribuiremos a la eliminación de la violencia contra las mujeres y entre las mujeres, contra las niñas y las adolescentes y aportaremos desde nuestra experiencia, elementos significativos a la promoción de la cultura de la paz.

 

 

 

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