Mi poética de la infancia (Parte 1)

Hacía tiempo que no escribía en el blog. Múltiples ocupaciones, la vida en su fluir desenfrenado. La vida con sus pérdidas y sus ganancias, con sus motivos diversos. La vida repleta de esa palabra que hoy se llama el metaverso y en el que no quisiéramos existir, pero allí está con todas sus consecuencias y no nos queda más que seguir adelante, conscientes de su existencia y a sabiendas que por mas que le huyamos al lobo, en algún momento debemos encontrarnos con él y enfrentarlo.

Por estas razones entre otras, me dio hoy por acercarme tímidamente a algunas reflexiones sobre la infancia, las que iré presentando progresivamente y por eso anuncio esta primera parte.

“En mi infancia nace una infancia ardiente como un alcohol.

Me sentaba en los caminos de la noche a escuchar la elocuencia de las estrellas y la oratoria del árbol. Ahora la indiferencia nieva en la tarde de mi alma”

Vicente Huidobro. Altazor. Canto I

La infancia o el mundo de lo verdadero

Mucho se ha escrito en torno a la definición de la infancia, sus características, sus problemáticas, su belleza, sus carencias, su importancia. Tema básico y elemental para estudiar los procesos en la vida del ser humano; objeto de análisis de diferentes disciplinas: de la psicología, la sociología, la medicina, la antropología y por su puesto de la pedagogía. Todas ellas sin descartar el fascinante mundo de la literatura.

Es así como también la infancia ha sido considerada como tema y problemática social. Y en medio de esta interdisciplinariedad se le ha tomado en cuenta en el ámbito de la fenomenología y se ha aludido a sus imágenes, a sus ensueños y fantasías, a sus juegos, a su naturaleza y sus paisajes, a su dimensión ontológica, en fin, a lo que nosotros, parafraseando a Gaston Bachelard, hemos querido denominar “poética de la infancia”, una poética donde niñas y niños y posteriormente las personas adultas, crean y recrean el mundo.

La infancia tiene colores y texturas. Tiene risas y alegrías. Tiene dolor y tiene llanto Esta plagada de presencias y de ausencias. Tiene nombres y apellidos, momentos de mucha luz y también, instantes de sustos, sobresaltos y de sombras. La infancia no es absolutamente idílica, como no lo es ninguna etapa en la vida de todas las personas.

Hablamos de un conjunto de elaboraciones continuas donde infancia y adultez son un solo bloque de significación, donde se funden sus vidas, sus soledades, su experiencia comunitaria, los proyectos de vida y nuestra postura ante el mundo.

Todo esto nos vincula con experiencias donde nos acercamos a los espacios más íntimos de nuestra vida interior, espacios donde jugamos, donde nos ponemos en contacto con nuestra infancia, para encontrarnos con los recuerdos de algunos de nuestros juguetes o con algunos de nuestros juegos preferidos. Y en otros casos, nos encontramos con cosas que no son consideradas en el mundo lúdico pero que están muy relaciones con el juego y que vivimos y disfrutamos con intensidad.

Hablamos en todo caso, de un paseo, de un conjunto de palabras, de la lectura de un cuento, de la elaboración de un trabajo artesanal, en arcilla, en barro; de la combinación de unos colores, del descubrimiento de una cueva, de la contemplación de un paisaje, de una noche estrellada. Hablamos del disfrute de una obra de arte y de todo lo que esta ofrece al mundo de nuestra imaginación y hablamos también, del conocimiento de la gente, del intercambio que establecemos con ella; pensamos en los momentos y circunstancias fortuitas, que vivimos con exaltación lúdica.

Mi niñez de Johan Manuel Serrat

No es sencillo hablar de experiencia poética en la actualidad. Un poco mas complejo es el hecho de asumir que creemos en el mundo de los sueños para darle sentido a todo nuestro quehacer y cuando hablamos de quehacer, hablamos de toda actividad, todo proyecto, todo inquietud, toda propuesta del ser humano. Y cada uno de estos aspectos esta inmerso en lo que para nosotros representa la creación y recreación de la vida.

·…prosaica y poéticamente hablando habitamos la tierra. Prosaicamente (trabajando, apuntando a objetivos prácticos, buscando sobrevivir) y poéticamente (cantando, soñando, gozando y amando, admirando) habitamos la tierra. La vida humana esta tejida de prosa y poesía, la poesía no es solo una variedad de la literatura, es también un modo de ver la vida en la participación, el amor, el fervor, la comunión, la exaltación, el rito, la fiesta, la danza, el canto, que efectivamente, transfiguran la vida prosaica hecha de tareas practicas, utilitarias, técnicas…”

Todo esto nos lo ha dicho Edgar Morín y la primera vez que lo leí me enamoré del pensamiento complejo y una fuerza interior me llevó a jugar con muchos elementos de este pensamiento que me acerca a la comprensión de la diversidad en la que habitamos el mundo y en el que estamos enfrentadas y enfrentados sin remedio alguno.

Esta verdad, esta esencia que surge en la infancia es la que emerge del mundo que construimos. “Entender este papel, realizarlo, revivirlo plenamente, es entender la vida, no traicionar la esencia de lo creado. La vida humana es la gran ocasión para tomar conciencia de lo que es la verdadera felicidad, el amor verdadero amor, la unión con el todo”.

Es importante destacar que en toda alma humana, permanece vivo un núcleo de nuestra infancia, escondida a los demás, pero instalada en nuestros recuerdos, en nuestras soledades, en una existencia sin límites.

Muchos han sido los poetas que le han dedicado versos a la infancia, como fenómeno, como espacio trascendental en la existencia del ser humano. Ese espacio se vuelve recuerdo y en este espacio, lo pequeño se vuelve grande, se convierte en la ensoñación de nuestra infancia.

En medio de la “vida humana” continuaremos nuestras reflexiones, en relación a esta poética de la infancia, tendencias literarias y filosóficas que “juegan en torno al juego” y alrededor e la infancia: poetas, educadores y soñadores que juegan y crean y recrean la vida a través de las palabras, de los ensueños, de las fantasías y las realidades.

Desde mi experiencia poética, hoy comparto algunos fragmentos de mi poema, TODAS ELLAS ME HABITAN, dedicados especialmente a la infancia.

(…)

Me quedo con la bruja que dirige mi vida todos los días,
Me quedo con mi ser intuitivo y mis sueños premonitorios,
Con el Mago Merlín que vive en mi corazón
Y con las brujas de Salem sacrificadas en todas las ocasiones
donde no soy comprendida y no soy capaz de comprender a los demás.
Me quedo con los sortilegios, con las infusiones y con todos y cada uno de mis despojos.

Me quedo con mi Dios y con todas mis infidelidades
Con mi madurez tan cercana a mi infancia,
Me quedo con mi infancia,
plena de sonrisas y preñada de angustias,
con los juegos de te, con las muñecas de papel y los trencitos de madera.
Me quedo con las navidades rotas y
con mis caleidoscopios,
con mi mundo de cristal
donde se transparentan todas mis culpas y todas mis alegrías.

Me quedo sin fórmulas ni protocolos.
Descubro mi cuerpo y mi espíritu desnudos
Y los dejo reposar sobre estos versos escritos
en la tierra mojada.
Hundo mis pies en la arena tibia y reposada del atardecer.
Y finalmente
descubro el sentido de la felicidad.

(Fragmento del poema Todas ellas me habitan, Noviembre 2007)

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